miércoles, 20 de febrero de 2013

¿Hasta que el amante nos separe?

“-¿Que tiene ella que no tenga yo?” – “¿Por qué si yo lo quería tanto?” – “¡Todas las mujeres son iguales!” – “Pero si nada más fue sexo y no significó nada” – “Es que se me presentó la ocasión y no pude evitarlo.”


Parecería que la infidelidad es algo que sucede de manera natural cuando las cosas no van bien en una relación. Las estadísticas afirman que más del 50% de la población occidental es infiel, lo ha sido o lo será. Siendo ésta la principal causa de divorcio conyugal y de violencia intrafamiliar.
Básicamente el tema de la infidelidad son acuerdos implícitos y explícitos que se violan en una relación. Y como estamos en este lado del mundo en una sociedad de relaciones monógamas se presupone que tendríamos que honrar esta parte.
Una persona me dijo que “existe un submundo de relaciones y es natural que esto suceda”, y si es natural que esto suceda entonces no caigamos en la hipocresía y hablemos de frente con la pareja. Demandamos exclusividad, la exigimos pero al mismo tiempo la violamos.
Hay quienes dicen que buscan emoción, que buscan aventura en la relación, y por supuesto que el peligro activa la adrenalina que a su vez activa la dopamina y que a su vez activan los circuitos del enamoramiento, esto es verdad, pero también se puede encontrar emoción con la pareja.
La infidelidad siempre es síntoma de algo mucho más profundo, por un lado nos muestra las necesidades insatisfechas en la pareja, buscamos afuera eso que no tenemos en casa. Y por otro lado también nos puede estar señalando que la persona que comete infidelidad tiene una carencia básica estructural, posiblemente un vacío que ya lo trae desde sus relaciones primarias, y que aunque le bajes el cielo es probable que esta persona ni sepa lo que quiere.
Uno de los mitos es creer que la infidelidad está sólo en el cuerpo, y lejos de eso. Si bien este tipo de engaño es la más temida por los hombres, también se puede ser infiel emocional o sentimentalmente, la cual es la más temida por las mujeres. Y asimismo podemos hablar de la infidelidad cibernética donde muchos piensan que mandarse mensajitos ocultos no es infidelidad, lamento informar que sí lo es, y así empieza el asunto.
Psicológicamente esto trae múltiples consecuencias para la persona engañada que experimenta una fulminante bajada de su autoestima. Y para los responsables del engaño también dan su aparición la culpa, el arrepentimiento y el miedo a ser descubiertos.
No seamos idealistas y caigamos en el amor romántico de Romeo y Julieta creyendo que el antídoto contra esto es el amor. El amor no lo puede todo, no detiene el deseo, no es incondicional, por sí solo no basta y no blinda contra la infidelidad. Cupido flecha por la espalda y podemos amar a dos y hasta a tres personas a la vez. Y cualquier mortal está en riesgo de jugar con fuego, nadie está inmune.
Nunca está justificada una infidelidad, nunca es lógico. Se es infiel siempre por decisión y siempre se puede evitar, es un acto de voluntad, es autocontrol. Tú puedes ser la peor pareja del planeta tierra, pero quien decidió ser infiel fue el otro y pudo haber optado por muchas otras cosas. Antes que eso se puede hablar, se puede buscar ayuda personal o profesional, o de plano terminar la relación si resulta insoportable.
Si te fueron infiel, en primer lugar decide si estás dispuesto a perdonar o declaras la relación por terminada. Ten en cuenta que esto va a llevar tiempo, no va a ser fácil, raras veces se perdona por completo y siempre tiende a quedarse algún estigma, por lo tanto se aconseja que ambos busquen ayuda profesional.
Pero recuerda, la fidelidad es una cuestión de voluntad y no del corazón. A veces creemos que al ser infiel le estamos haciendo algo al otro, cuando en realidad no hay nada más infiel que el infiel a sí mismo.

Un abrazo de luz

Lic. Patricia Bogado
Coach & Master PNL

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